Acerca de la Entrega y la Aceptación

Ona Riquelme con su obra "Incertidumbre"


Si hay alguien que me enseña a diario sobre la entrega y la aceptación es mi mamá, Ona Riquelme. Su historia artística es similar a la de muchas mujeres artistas que han postergado su vocación artística para cumplir con aquellos roles que se asumen como “naturales” en una mujer: matrimonio, maternidad, tareas de cuidado, etc. Algunas mujeres logran congeniar estos roles con su vocación y otras no. 

Mi madre decidió postergar el arte para poner su mayor energía al servicio de la maternidad, teniendo todas las condiciones para ser una referente del realismo contemporáneo. Aún así, siempre se las ingenió para llevar adelante algún emprendimiento que la mantenga en conexión con su manantial creativo interno.

En el mes de septiembre, luego de muchos años de no exponer sus obras, participó de una muestra colectiva organizada por Horacio Guimaraens con la curaduría de Osvaldina Servián. Para dicha ocasión, Ona presentó una obra que lleva por título “Incertidumbre” que la inició en el año 2006 y recién la pudo concluir el año pasado y que hoy se erige como un símbolo de esa entrega y aceptación que ella atraviesa, donde manifiesta su sensibilidad a los temas sociales, especialmente la infancia.

Diversas situaciones se atravesaron en su camino e impidieron que esta obra pueda ser culminada el año que la inició (2006), entre ellas un problema de salud grave y que si bien le dejó con una limitación física, eso no fue impedimento para reinventarse.

Unos meses antes de la exposición, estuve mostrando la obra a un grupo selecto de personas y me llamó poderosamente la atención la reacción de la gente ante la silueta vacía del niño que aparece en la obra. Noté el conflicto que generaba este vacío y eso me llevó a preguntarme: ¿Por qué existe la necesidad de llenar el vacío? ¿Acaso la obra enfrenta al espectador a un vacío interior que no quiere reconocer?

Ona es una artista con profunda sensibilidad por los temas sociales y su obra lo demuestra cabalmente. Las paredes resquebrajadas, las rejas oxidadas son una metáfora de un sistema corrupto que se cierne sobre una infancia desprotegida. La silueta vacía del niño de alguna manera nos interpela y conecta con ese vacío interior que sentimos la necesidad urgente de llenar.

El arte tiene un poder para actuar como un espejo que nos enfrenta a esas dimensiones de nosotros mismos que desconocemos o queremos ocultar. Una obra puede desnudar el alma, conmover y remover emociones de las que estamos desconectados.

Ona pudo haber llenado ese hueco en su pintura, sin embargo ese vacío es una invitación a llenarlo de nosotros, a llenar esa silueta del niño con nuestro niño interior vulnerable y olvidado en las profundidades de nuestro ser.

Actualmente Ona se encuentra en un proceso personal de reinvención de sus capacidades, desplegando su creatividad desde las limitaciones que el cuerpo le pone pero su ser en expansión los transgrede cada día. Esta obra en particular establece un puente invisible entre su realidad anterior y la nueva, donde ella se despoja de su expresión realista para dar cabida a nuevos senderos expresivos. 

Como hija y artista plástica me siento sumamente orgullosa y agradecida de acompañarla en esta experiencia. Es mi manera de retribuir de alguna manera esa gran lección de entrega desinteresada que ha demostrado siempre y por haber creído siempre en mí cuando tomé la decisión de dedicarme al arte. 

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Ficha Técnica de la Obra 

Incertidumbre, Óleo sobre tela, 120 x 90 cm. 2006-2021. Colección privada 

Redacción: ©Adriana Villagra | Realismo Simbólico ®

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