Recuerdo cuando empecé a pintar y encontré muchas resistencias. Algunas personas quisieron alejarme del realismo diciéndome que era cosa del pasado, que tenía que romper ese lenguaje y hacer algo más “contemporáneo”.
Yo quería ser auténtica a lo que mi alma pedía. No me interesaba encajar o estar acorde a las “tendencias” que dictaba una bienal, galería; un crítico o curador de arte. Pienso que sin autenticidad no hay arte que trascienda y para conseguirla es importante hacer un profundo trabajo de autoconocimiento e introspección y así identificar esos patrones mentales que nos limitan e impiden avanzar hacia la creación de un arte genuino.